jueves, 2 de abril de 2009

A MI PADRE


Papá:

Yo no puedo arrepentirme de lo que no te dije porque te dije todas las cosas que deseaba, todos los días te decía que te quería y te besaba muchas veces. No ahora, cuando estabas enfermo y desvalido, cuando necesitabas ayuda para casi todo, si no siempre, cuando entraba en casa y te comía a besos y tú me correspondías, cuando me sentaba de mentiras en tus piernas para que me mimases y te pedía que me comprases cosas: un bolso, una pulsera... y me respondías que me ibas a dar una ayuda y que le pidiese a mi madre. Era nuestro juego, yo inventaba caprichos y tú me los comprabas, hace poco te enseñé la ropa que me acababa de comprar y que sólo nos gustaba a ti y a mi, no estoy segura de que te gustase pero era tu forma de estar de mi parte.

Papá te estraño tanto que creo que estas en el hospital y que no puedo ir a cuidarte, que mañana no trabajo y que iré, después la realidad borra esa creencia y te añoro, por si no tuviese pena bastante Irene me preguntó si no pude hacer nada para que no te murieses y yo con el alma en el suelo tuve que responderle que no, que no supe hacer nada más que cuidarte. Estos tres meses han sido tan duros para los cinco que solo puedo pensar en las cosas buenas, mis hermanos y yo tan unidos, mamá queriéndote tanto a su manera callada, tus ilusiones y las nuestras por que salieses del hospital, José queriendo que fueses a su nueva casa, los amigos y familiares que han compartido nuestro dolor, tu recuerdo de los momentos felices, los chistes que haciamos juntos hasta el último día. Tu nos dejaste escrito que nadie se acordase de ti, no es posible papá han sido tantos buenos momentos. Hasta luego.